¿TE ASUSTA LA IDEA DE UNA MUDANZA?

En el origen de los tiempos, el ser humano era nómada y se desplazaba constantemente de un lado para otro. Los primeros asentamientos descubiertos por los paleontólogos revelan que las familias siempre se movían en función de dónde se encontraba la comida. Sin embargo, los vestigios de la primera ciudad conocida, se remontan hasta inicios del 3.100 a.C, en Sumer, al sur de la antigua Mesopotamia.

En el libro de Samuel Noah Kramer titulado «La historia empieza en Sumer» encontramos la siguiente declaración:

«Se trata de la primera civilización del mundo. En la tierra de Sumer fue donde por primera vez el hombre organizó la sociedad y el modelo más antiguo de escritura»…

De manera que en algún momento comenzamos a ser agrícolas y a esperar que la caza viniera hasta nosotros. Dejando a un lado a los sumerios; en la actualidad y dadas las circunstancias  fluctuantes de nuestra sociedad moderna, lo menos probable es que siempre nos quedemos en el mismo lugar, como quizá hicieron nuestros abuelos. La era industrial y los avances tecnológicos han hecho más atractiva la vida en las ciudades y desde ese momento cambiar de vivienda se convirtió en algo habitual.

Debemos reconocerlo: por mucho que detestamos las rutinas, nos dan cierto margen de confort. Hacen que sepamos lo que viene a continuación sin necesidad de arriesgarnos. Todo lo que sucede una y otra vez sin apenas sufrir ningún cambio, es como aquel viejo sofá que se ha vuelto incómodo pero del que no deseamos desprendernos, porque nos recuerda a nosotros mismos y cómo nos sentimos si alguna vez fuimos rechazados.

El irreverente escritor Charles Bukowski decía:

«Estamos aquí para reírnos del destino y vivir tan bien nuestra vida, que la muerte tiemble al recibirnos»

El deseo de vivir bien, o de hacerlo lo mejor posible, muchas veces nos conduce a esa inexorable situación del cambio. Los cambios, mientras duran, son como una fuerte sacudida o una tormenta que nos zarandea como a una espiga en el campo. Si lo pensamos bien, ya no somos los mismos de hace unos años y posiblemente uno de los peores cambios que tuvimos que afrontar fue el de trasladarnos a una nueva vivienda. Algo que teniendo en cuenta la volatilidad laboral y las circunstancias actuales, se puede presentar de nuevo en cualquier momento.

Preparamos algunas cajas de cartón y comenzamos a empaquetar nuestros mejores objetos abrumados por la inesperada melancolía de los recuerdos. Una mudanza es muchas veces un gran estado de shock que pone a prueba nuestra resistencia a los cambios.

BBC News planteaba allá por 2014 si el hecho de mudarse sería la experiencia más estresante después de la muerte. Y la conclusión a la que había llegado un nutrido grupo de voluntarios parece todavía hoy interesante. Todas aquellas personas de diferentes edades, sexo y antecedentes culturales, colaboraron en un estudio que pretendía mesurar el impacto del estrés en nuestras vidas,.

En aquel momento se empleó la [SRRS] o Escala de reajuste social o de estrés de Holmes y Rahe, desarrollada en 1967 por los psiquiatras Thomas Holmes y Richard Rahe. Los doctores preguntaron a los candidatos de esta prueba sobre el nivel de estrés de cuarenta y tres sucesos diferentes mediante una valoración por puntos y el resultado fue que una mudanza, aunque no podía compararse con la pérdida de un ser querido, sí que podría encontrarse entre las situaciones más incómodas y exasperantes a las que uno tuviese que enfrentarse a lo largo de su vida.

Decía el fotógrafo, escritor, guionista de cómics y columnista Mario Levrero:

«No soy capaz de imaginarme el día de la mudanza, el levantarme de esta cama en mi casa, para acostarme esa noche en esta misma cama, en otra casa; en el medio hay un esfuerzo, una complicación, un trabajo que me parece no poder enfrentar«.

 En cierto modo Levrero tenía razón, y una mañana amanecemos en otra vivienda, como si nuestra cama hubiera llegado esa noche hasta allí flotando por encima de los tejados.

LA PLANIFICACIÓN

Dejar la organización de una mudanza a la improvisación es la mejor manera de fracasar estrepitosamente. Es algo así como intentar poner parches a las ruedas mientras el vehículo todavía está en movimiento.

Antes de comenzar a organizarlo todo es necesario pensar en positivo. Normalmente nos mudamos para mejorar: quizá a una vivienda más grande, con más habitaciones, amplia cocina, ascensor y garaje, mejor comunicada, en un barrio mejor equipado y más tranquilo, más cerca del trabajo, del colegio o de los servicios sanitarios. Es posible que también suponga una mejora económica y con otros extras sobre instalaciones o armarios empotrados, orientación que permita más horas de luz natural…, pensar en positivo.

Si nos trazamos un objetivo, no nos detendremos en los pequeños inconvenientes. En nuestra agencia inmobiliaria La CLAU group Andorra, somos conscientes de que los retos pueden ayudarnos a dar lo mejor de nosotros mismos y a crecer como personas o por el contrario a hundirnos en la apatía. Todo dependerá de nuestra actitud y si contamos  con el asesoramiento adecuado. Para una mayor garantía de éxito hay que planificar, prever y anticiparnos. Siempre hemos aconsejado a nuestros clientes que no lo dejen todo para el last minute, y en su lugar, distribuir el tiempo de forma ingeniosa y optimizada. Nosotros, en La CLAU, podemos ayudarte a planificar tu mudanza y ofrecerte algunas recomendaciones.

EMPAQUETANDO LOS PRIMEROS OBJETOS

Lo primero que debemos empaquetar son los artículos a los que atribuimos mayor valor o importancia: el cristal, aparatos electrónicos, cuadros, libros, porcelana y todo aquello que sea frágil o susceptible de romperse con facilidad.

Si los propietarios de pequeños establecimientos de nuestro barrio nos guardan las cajas de cartón (normalmente se apilan para reciclaje), nos ahorraremos tener que comprarlas. Lo que sí tendremos que adquirir es plástico de burbujas, suficientes periódicos viejos y cinta de embalar con aplicador o pistola de precinto.

¡Advertencia! No utilizar nunca cuchillas cutter ni para precintar ni para desembalar paquetes, ya que suelen rayar los muebles o destrozar la ropa.

Una vez que tengas esta previa carga de objetos es mejor que los traslades tú mismo o que cuentes con la ayuda de un buen amigo que disponga de una furgoneta, en lugar de confiar en una empresa de transportes, eso ya vendrá después para el grueso de la mudanza.

ETIQUETADO DE CAJAS

Es muy importante etiquetar las cajas con su contenido y no mezclarlos, por ejemplo, no poner las copas de cristal de Bohemia con los zapatos. Esto que parece tan obvio, a veces no se tiene en cuenta y finalmente las cosas se rompen durante el traslado.

Una conocida empresa andorrana de transportes y mudanzas ofrece en su página web la siguiente recomendación:

«Al embalar tus pertenencias, asegúrate de catalogar y etiquetar todos los objetos mediante un registro de todo lo que vayas a transportar… Las mudanzas generalmente implican el transporte de una gran cantidad de cosas, incluidas las más pequeñas, por lo que no debe perderse nada. También recomendamos etiquetar todas las cajas y bolsas. Esto acelerará la tarea de desembalar y colocar tus cosas en tu nuevo hogar».

Una mudanza es una gran oportunidad para hacer limpieza. Para renunciar definitivamente a los trastos inútiles que hemos acumulado a lo largo de los años y que nos ocupan mucho espacio.

En La CLAU group Andorra, no realizamos mudanzas, pero hemos presenciado muchas de ellas y en cierto modo lo continuamos viviendo. Si adquirir un nuevo inmueble es algo emocionante, lo es mucho más darle forma hasta que encaje en nuestro ambiente. Hasta que nos dé la tranquilidad y el confort de sentirlo como nuestro hogar.

Olvídate del estrés que genera una mudanza. Ven a vernos y te ayudamos a organizarte.

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